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miércoles, 18 de septiembre de 2013

Reflexión, La Fiebre de los Cursos de Maquillaje




En estos días he visto con curiosidad la cantidad de gente ofreciendo cursos de maquillaje, cosa que me parece excelente. Ya que la competencia es necesaria. Cada quien tiene una forma y estilo bien definidos en cuanto a su arte. Y no todos los artistas somos iguales, es lo mejor, cada uno tiene su óptica de lo que hace.
Ahora bien, por otro lado la mayoría de l@s alumn@s que he tenido últimamente, vienen todos con la experiencia de haber realizado cursos con otras personas y en diferentes lugares. Y cuando empiezo a darles clases, los aqueja un sentimiento de frustración al pensar que han mal gastado su dinero, no están capacitados, vienen con temores y lo que es peor, con vicios. Porque lo que mal se aprende queda grabado muy rápido. El común denominador es que ven que lo que hacen no les convence ni a ellos mismos.

 Mi opinión personal y muy particular es la siguiente y sin ánimos de ofender e irrespetar:
Uno como docente sabe las capacidades que tiene el ser humano, por ejemplo: no podemos atender a más de 6 personas en un curso de iniciación, más de ahí ya no es un curso (distinto es un seminario para profesionales ya capacitados). Es un mercantilismo donde olvidamos valores y ética, donde en vez de enseñar tergiversamos la información, ya que sólo por producir más, masificamos la enseñanza y olvidamos los detalles más pequeños, que es lo que hace la diferencia.

 La misión del docente es enseñar y corregir todo, es repetir y repetir cada cosa que vamos enseñando sin ofender o minimizar las personas con gritos e improperios, al contrario, con una sonrisa y paciencia es mejor el resultado para ese alumno que está haciendo un esfuerzo para pagar y aprender, nadie nace aprendido, y nosotros antes de ser profesionales fuimos alumnos. Lo más importante es que nos pagan para que le enseñemos la forma y técnicas de aplicar los productos,  a diferenciar que no todos los rostros, narices, ojos y bocas son iguales, como tampoco es igual la piel de cada persona, el perfecto difuminado que es lo más importante del maquillaje, la parada del maquillador: sino después de maquillar tres personas no vales nada del dolor de espalda, así como la mala manía de afincar la mano desocupada en la cabeza de la cliente para buscar la estabilidad (esto es terrible), y la forma correcta de tomar y manejar el pincel. En mi caso enseño y evalúo todo eso. Un maquillador es un artista y en los artistas el lenguaje corporal y el manejo de sus implementos de trabajo hablan por sí solos.
Por lo tanto debemos tomar en cuenta que cantidad no es calidad y eso ya ha quedado demostrado en todos los ámbitos. Es mejor hacer poco con calidad y no mucho sin ella.

La responsabilidad que debemos tener cuando enseñamos algo como el Arte es grande... Dar no sólo las técnicas sino también lo mejor de cada uno, formar gente con una gran calidad en lo que a técnicas y conocimientos se refiere, pulirlos y darles seguridad en sí mismos es la gran tarea del docente, luego, dejarlos libres pero con buenas bases para que cada quien desarrolle su estilo y que se lance al ruedo en esta hermosa profesión que escogió y se coma el mundo...!!!
Para finalizar, sólo quise escribir estas líneas para que tomemos conciencia de que lo que hagamos, lo hagamos lo mejor que podamos. Y todo se hace en un tiempo perfecto. No por mucho madrugar amanece más temprano, así que colegas, la vida en un bumerang y hay que dar lo mejor para recibir lo mejor.

 "No corras detrás de la fama. Deja que tus manos hablen por ti y llegará sola...

José Luis Piñero