En estos días he visto con curiosidad la cantidad de gente
ofreciendo cursos de maquillaje, cosa que me parece excelente. Ya que la
competencia es necesaria. Cada quien tiene una forma y estilo bien definidos en
cuanto a su arte. Y no todos los artistas somos iguales, es lo mejor, cada uno
tiene su óptica de lo que hace.
Ahora bien, por otro
lado la mayoría de l@s alumn@s que he tenido últimamente, vienen todos con la
experiencia de haber realizado cursos con otras personas y en diferentes
lugares. Y cuando empiezo a darles clases, los aqueja un sentimiento de
frustración al pensar que han mal gastado su dinero, no están capacitados,
vienen con temores y lo que es peor, con vicios. Porque lo que mal se aprende
queda grabado muy rápido. El común denominador es que ven que lo que hacen no
les convence ni a ellos mismos.
Mi opinión personal y
muy particular es la siguiente y sin ánimos de ofender e irrespetar:
Uno como docente sabe
las capacidades que tiene el ser humano, por ejemplo: no podemos atender a más
de 6 personas en un curso de iniciación, más de ahí ya no es un curso (distinto
es un seminario para profesionales ya capacitados). Es un mercantilismo donde
olvidamos valores y ética, donde en vez de enseñar tergiversamos la
información, ya que sólo por producir más, masificamos la enseñanza y olvidamos
los detalles más pequeños, que es lo que hace la diferencia.
La misión del docente
es enseñar y corregir todo, es repetir y repetir cada cosa que vamos enseñando
sin ofender o minimizar las personas con gritos e improperios, al contrario,
con una sonrisa y paciencia es mejor el resultado para ese alumno que está
haciendo un esfuerzo para pagar y aprender, nadie nace aprendido, y nosotros
antes de ser profesionales fuimos alumnos. Lo más importante es que nos pagan
para que le enseñemos la forma y técnicas de aplicar los productos, a diferenciar que no todos los rostros,
narices, ojos y bocas son iguales, como tampoco es igual la piel de cada
persona, el perfecto difuminado que es lo más importante del maquillaje, la
parada del maquillador: sino después de maquillar tres personas no vales nada
del dolor de espalda, así como la mala manía de afincar la mano desocupada en
la cabeza de la cliente para buscar la estabilidad (esto es terrible), y la
forma correcta de tomar y manejar el pincel. En mi caso enseño y evalúo todo
eso. Un maquillador es un artista y en los artistas el lenguaje corporal y el
manejo de sus implementos de trabajo hablan por sí solos.
Por lo tanto debemos tomar en cuenta que cantidad no es
calidad y eso ya ha quedado demostrado en todos los ámbitos. Es mejor hacer
poco con calidad y no mucho sin ella.
La responsabilidad
que debemos tener cuando enseñamos algo como el Arte es grande... Dar no sólo
las técnicas sino también lo mejor de cada uno, formar gente con una gran
calidad en lo que a técnicas y conocimientos se refiere, pulirlos y darles
seguridad en sí mismos es la gran tarea del docente, luego, dejarlos libres
pero con buenas bases para que cada quien desarrolle su estilo y que se lance
al ruedo en esta hermosa profesión que escogió y se coma el mundo...!!!
Para finalizar, sólo
quise escribir estas líneas para que tomemos conciencia de que lo que hagamos,
lo hagamos lo mejor que podamos. Y todo se hace en un tiempo perfecto. No por mucho
madrugar amanece más temprano, así que colegas, la vida en un bumerang y hay
que dar lo mejor para recibir lo mejor.
"No corras
detrás de la fama. Deja que tus manos hablen por ti y llegará sola...
José Luis Piñero